
La generación que nació en el conflicto
Los jóvenes de 20 años de Caldono, no conocen qué significa vivir en paz, ellos han crecido en un lugar que ha estado bajo constante amenaza. Los jóvenes de Caldono aprendieron a jugar fútbol y al mismo tiempo les enseñaban qué hacer en una toma guerrillera o un hostigamiento. Las clases de balompié eran también el entrenamiento para sobrevivir a la guerra, estaban divididas entre los goles, saque de banda, encontrar la posición de juego que mejor desempeñan, ataque o defensa, volante o arquero. Y al mismo tiempo, aprender a defenderse de una bomba, o controlar los nervios y la tensión luego de que llegue un volante o panfleto de toque de queda. Los jóvenes de Caldono, no pueden estar a altas horas de la noche en la calle, porque siempre están en peligro de quienes los quieren reclutar para aumentar las filas de una guerrilla, o para servir su vida al Ejército Nacional, que les promete convertirlos en los héroes de la patria. En el caso de las mujeres, la situación no es más alentadora, como si el machismo no fuera grande fuera de la guerra, al interior de ella, las mujeres son potencialmente más vulnerables de ser víctimas de una violación o de convertirse en esclavas.
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La cultura general de un joven de Caldono, tiene palabras claves para entender la realidad y la crudeza de la guerra y el conflicto. Dentro del vocabulario de estos jóvenes hay palabras que no figuran en la mente de sus semejantes con la misma edad, en zonas urbanas de Colombia. Palabras como: guerra, balas, tatucos, pipas, guerrilleros, hostigamiento, tomas, base militar, cobran sentido solo en el momento que se ha convivido con ellas a diario. Los jóvenes del pueblo tuvieron que esconderse desde su niñez, arrastrarse por el suelo, sin apoyar el estómago en la superficie cuando estaban explotando las bombas, esconderse por horas en un sótano oscuro, para no terminar entre los escombros de la casa. Los jóvenes de Caldono, más de una vez, mientras estaban en el colegio o la escuela, tuvieron que vivir un combate entre las fuerzas armadas y un grupo guerrillero, se vieron obligados a evacuar entre el miedo y la desesperación, llorando mientras esperaban a que su madre o padre, los recogieran y los refugiaran en sus brazos.
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En Caldono la juventud y la niñez no siempre fue así, era un pueblo que carecía de muchos de los males que afectaron a la población desde finales de los años 90´s, hasta la actualidad. En este pueblo ubicado en el departamento del Cauca, Colombia, se vivía con tranquilidad, los problemas sociales obedecían a otras índoles, diferentes a los del conflicto político y armado que resquebrajó la cotidianidad de sus habitantes. Los padres de los jóvenes de la actualidad gozaban de disfrutar de una convivencia sana y libre. De jugar en libertad por las calles del pueblo, salir a altas horas de la noche, visitar las orillas del río y hacer cualquier tipo de actividad de socialización juvenil. Cuando los más viejos hablan sobre el pasado de Caldono, las referencias que surgen dan cuenta de una vida en general humilde, entre la mayoría de los pobladores, pero que reconocen y añoran ese pasado, en donde existía calidad de vida. Tras la llegada de los grupos militares al margen de la ley y otras guerrillas populares, el panorama se fue transformando. El miedo y la desconfianza fundada por la aparición de agentes externos y desconocidos, produjo un cambio radical en la forma en la que se educaron las nuevas generaciones de caldoneños.
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Muchos de los que hoy en día son padres, han luchado porque sus hijos puedan disfrutar de la vida en comunidad que caracterizaba lo que fue Caldono, en donde no existían miedos de morir a causa de la guerra, sin embargo, el contexto les obligó a educar a sus hijos con la desconfianza requerida para sobrevivir en medio de los peligros que los persiguen. Esta generación de caldoneños veinteañeros desarrolló un sentido de alerta, debido a las problemáticas que los atentan diariamente. Se les negó la posibilidad de vivir una infancia con total naturalidad y felicidad, porque ocurrían situaciones que hacían desequilibrar su cotidianidad. A muchos, les tocó correr junto a sus familias a esconderse a la casa del vecino, porque sus casas estaban más propensas por su ubicación, de ser destruidas por una pipa, que caía desde lo alto de la montaña con el objetivo de destruir la estación de Policía del pueblo. Otros tuvieron que ser testigos de las sillas vacías en sus aulas de clases, porque muchos de sus compañeros fueron reclutados por algún grupo guerrillero, desaparecidos o porque su familia decidió emigrar y abandonar el pueblo.
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Estas nuevas generaciones han sido testigos y víctimas, de los resultados que ejerce el abandono de las responsabilidades del Estado con sus habitantes. Ellos no buscaron ese destino, fueron víctimas de nacer en el momento desafortunado de una tierra bendecida por la naturaleza, culturalmente diversa y de gente amable. Caldono se ubica en un corredor estratégico para el paso de tropas guerrilleras, conecta con Toribío, Jambaló y Silvia y representa un paso esencial desde el Macizo Colombiano hasta el centro del Valle, lo cual tiene gran relevancia para el transporte de armas e insumos de narcotráfico y de estrategia militar. Esto ha hecho que los grupos al margen de la ley, busquen tomar el control de dicha región y arrebatárselo a la fuerza pública armada, para realizar el desplazamiento de tropas y mercancías ilícitas con confianza, hasta puntos estratégicos del país.
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Muchos de los jóvenes, incluso hijos de los líderes y activistas más reconocidos del pueblo, han sido tentados por los espejismos que se les aparecen entre los encuentros de amigos. Algunos se fueron un día a probar suerte, engañados y manipulados por medio de las carencias económicas y no han vuelto. Por otra parte, la pertenencia étnica que obedece a un 70% de la población que se reconoce como indígena, del pueblo nasa, también alerta de algunas deficiencias culturales que facilitan el convencimiento de los jóvenes para ser lanzados a vincularse con grupos ilegales, o en el peor de los casos, terminar siendo afectados directamente por el terror del reclutamiento forzado. Hay muchas variables y puntos de ataque desde donde se han aprovechado para vulnerar los derechos humanos de los jóvenes y beneficiarse de las necesidades de las familias, para atraerlos o añadirlos a sus filas. Sin embargo, la comunidad ha estado en constante lucha por frenar el accionar ilegal en su comunidad y en sus familias.
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En el año 2014, con la implementación de los acuerdos de paz y el cese al fuego bilateral, se disminuyó la violencia, pero aún se está haciendo resistencia y trabajo social con las comunidades para la prevención de futuras afectaciones sociales. Los acuerdos de paz, de alguna forma contribuyeron a que los habitantes de la región, recobraron la confianza de salir a las calles y empezaran una nueva etapa de paz. Hoy en día, piden al gobierno que no los abandonen, que se preste especial atención a sus realidades, pues al ser uno de los municipios escogidos para ubicar las zonas transicionales para los combatientes de las FARC, se han creado nuevas problemáticas y han surgido nuevos grupos militares que están empezando a reactivar el temor, alterar y acabar con la serenidad que se ha disfrutado durante los últimos cuatro años.
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Caldono ha soportado grandes golpes sociales que han perjudicado directamente la vida de las personas que lo habitan, aun así, los que permanecen en el pueblo han aprendido por medio de las experiencias traumáticas que mientras se les ataca, ellos deben ser tenaces, resistir y defenderse por las vías de la paz. Han aprendido a crecer en comunidad, a fortalecer la unidad entre caldoneños y a transmitir a las nuevas generaciones la importancia de los valores, del respeto y de la solidaridad. Esta generación de jóvenes ha crecido en medio de la guerra, pero han aprendido a sobreponerse de ella, son una juventud que se reconoce como parte de un territorio afectado por la violencia y la indiferencia política. Aprendieron de la mano de sus padres, el poder de la resistencia. Muchos están en ciudades como Popayán, formándose como profesionales, para poder emplear sus conocimientos en el desarrollo social de su tierra, o también para poder utilizar las herramientas que les ofrece el conocimiento para beneficiar a sus familias y al pueblo.
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Caldono también ha estado en el punto de mira de muchas organizaciones o colectivos, que llegan al pueblo buscando realizar un trabajo, pero al mismo tiempo, realizan trabajos sociales en colaboración de grupos de jóvenes del pueblo, con los que se han desarrollado talleres de muralismo o proyectos para el bienestar de la comunidad, que dejan como resultado conocimientos o experiencias que les permitan sentirse parte de un país que les ha dado la espalda. A pesar, de que, en la actualidad, la persecución de líderes sociales está a la orden del día, los caldoneños más jóvenes, reconocen la importancia de la acción social y en la medida en que el Estado los apoye y la sociedad en general se preocupe por las luchas que allí se están desarrollando, estos jóvenes podrán tener un futuro más esperanzador.











































Los jóvenes que nacieron a finales de los 90’s no conocen su pueblo en paz y han crecido bajo el temor del conflicto armado




