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Testimonio de Jazmín Ortega

En la primera toma recuerdo se tomaron el banco agrario y la policía. El puesto estaba ahí donde está ahora, pero pues era una casita como más débil, digo yo, eso lo tumbaron ahí todo. El Banco agrario pues lo dañaron todo, me acuerdo de que la gente iba a recoger la plata, como quedaron las monedas ahí tiradas muchos aprovecharon para tomar algunas.  Antes las tomas comenzaban en la tarde o en la noche y seguía hasta el otro día, eso era toda la noche y acá pasábamos en vela. Eso había pipas, había esos tatucos, tiroteos, venía ese avión fantasma, era pues bala por todos los lados, ¿oye?

Nosotros nos refugiábamos aquí en la casa, en una pieza del fondo que es cómo la más abrigadita. Ahí nos metíamos, todos los vecinos corrían para acá entonces se guardaban aquí y nos estábamos toda la noche. Recuerdo que en una toma uno no podía salir ni a las 7:00 de la mañana a hacer su cafecito, porque no se podía, el baleo seguía toda la noche, usted no podía dormir nada hasta que amanecía, así eran esas tomas de antes.

Esa toma inició más o menos a las 10:00 de la noche, yo estaba aquí en la casa. En ese tiempo yo estaba con mi esposo, él aún vivía, nosotros estábamos como más jóvenes ¿no? Eso fue en el 97, entonces desde ahí comenzó eso. Siempre se había sentido esa amenaza, anteriormente se decía que era la chusma, así se les llamaba, ahora es que ya se les dice que la guerrilla. O sea, la subversión ha existido durante mucho tiempo y a nosotros, en el pueblo, pues si nos decían que la chusma iba a llegar, pero pues no sabíamos cuando, ni lo creíamos.

Cuando esa toma pasó, al otro día, ya todos salieron a asomarse, decían que estaban todas esas monedas en el suelo, entonces se fue mi esposo dizque a ver, a mirar por allá esa cosa, cuando otra vez el baleo, entonces corra a buscar donde meterse, porque claro a todo el mundo le daba miedo que una bala perdida lo matara, como había balas de largo alcance o así, eso era bastante peligroso.  

Bueno, después de esa toma, como se dañó la estación, a la policía la pasaron por acá, para la escuela de niños. A los 15 días volvieron y como la policía estaba en esa escuela, pues la tumbaron y las casas que estaban alrededor terminaron afectadas, las hicieron pedazos y mataron a una señora que era la hermana del padre.

Pero bueno, en esa primera toma, yo estaba en la casa con mi esposo, lo primero que escuchamos pues fue el baleo, el tiroteo que iniciaba como una ráfaga. La Primera reacción fue correr y meternos a la pieza, al cuarto más alejado de donde escuchábamos los tiros. Yo tuve siete hijos y entonces todos corrimos a escondernos con ellos, todos ahí en la habitación tratábamos de darnos tranquilidad, yo recuerdo que tenía aquí a la nieta que estaba pequeñita, usted no se imagina, yo tenía mucho miedo pero pues yo tenía que ser fuerte por los niños, para usted sabe, no intranquilizarlos. Lo que hicimos fue poner en el suelo una alfombra que yo tenía, ahí nos acostamos todos y ya luego vino la vecina que en ese tiempo era notaria. Ella se vino para acá y amaneció debajo de la cama, ella si no se quiso salir por ningún lado y por ningún motivo. Ahí amaneció toda la noche, enroscada y llorando de los nervios.

Recuerdo que yo le decía – “salgase de ahí Cilia” – y ella me respondía – “no, yo de aquí no me salgo” – Una señora que vivía ahí al frente de la casa también se vino con sus niños acá. Así fue como tres familias resultamos todos tirados en el suelo hasta que amaneció. Pero como le digo, usted ni a la 7:00 de la mañana podía ir a hacerse un tintico, pasábamos la noche entera hasta el otro día en el mismo lugar, abrazados. Yo les decía a mis hijos que todo iba a pasar pronto, pues porque uno ni pensó ni se imaginó que eso iba a ser así de prolongado, ni mucho menos pensamos que íbamos a vivir tantas tomas, en unas tomas después de esta le tumbaron las casas a mis hermanos y a muchos vecinos, las vecindades, todo se volvió una nada. Mucha gente se fue, por el temor y es comprensible.

Nosotros en el cuarto escuchábamos disparos a cada rato, tatucos, eso sí suena durísimo, suena como explosiones y ahora una pipa, ¡jaaa¡ usted se estremece y toda la casa cimbra. Cuando eso sonaba uno se moría del susto, uno no sabe ni que decir, ni que hacer, uno abrazaba más fuerte a sus hijos.  Por ahí a las 8:00 o 9:00 de la mañana fue que decidimos ir moviéndonos, pues una ya podía salir sin tanto miedo del cuarto a hacer el cafecito o alguna cosa. Cuando la toma pasó yo no salí de la casa me quedé ahí, no pude salir del miedo. Mi esposo si salió, el sí fue a ver qué había pasado o que había quedado. Menos mal, gracias a Dios, en esa toma nadie murió, nadie se mató.

No, es que acá hemos pasado cosas muy duras. En el pueblo, después de esa toma se sentía y se notaba que todo el Caldono estaba asustado. Todos se metían a sus casas, muchos no querían salir de ahí, es que es muy fregado. Cuando se sentía calma después de la toma, ya la gente o sea los vecinos que estaban acá, se iban para su casa y nosotros nos quedamos en casa con nuestros hijos.

Me daba mucha pena no pararme y servirles un cafecito o un agua de panelita a los niños y a los vecinos que llegaban acá, pero no había tiempo posible en que uno pudiera pararse del miedo, además uno no puede parar de abrazar a sus hijos. A mí me hacía sentir mejor tener a los vecinos acá y sentir un poco de apoyo, ya sabíamos al iniciar una toma que ellos se iban a resguardar acá y corríamos a abrirles, así uno pasaba las noches rezando con más gente.

La primera toma
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