
Testimonio de Walter Chicué
La primera toma

La primera toma guerrillera fue un domingo, recuerdo que inició por ahí a las 10:00 de la noche. Antes de las 10:00 pm nosotros veíamos pasar, pues, personas no conocidas, raras, con unos costales de mimbre, que uno decía –“ahí va la munición, ahí van las armas”- pero era como un chiste. Aunque si sentíamos un presentimiento, en el pueblo uno los conoce a todos y ellos no eran de ahí, por eso se nos hacían tan raros.
Ese día en una gallera, por ahí por el barrio Bolívar, en la parte de la cucharita o terrón colorado, había un encuentro para jugar gallos, ahora que lo pienso, ¡claro! llegó un carro y comenzó a bajar gente, ¡y de verdad traían gallos!, pero era que ahí habían venido ellos, o sea, fue como muy disimulado, todo el mundo dijo – “no, pues son gente que va ir a jugar gallos”- había gente muy rara y resulta que habían sido ellos, aprovecharon para meterse así al pueblo.
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A las 10:00 de la noche comenzó la plomacera. Ese día lo que más destruyeron fue el puesto de policía, ahí en la misma parte donde está ahora, sino que cuando ellos destruyeron el puesto ya habían cogido a todos los policías, a la mayoría los habían cogido en la calle y solamente dentro del puesto quedaron dos policías. Yo me acuerdo de que eran un señor Jair Rendón y un señor Pedro Fernández, esos fueron los únicos policías que la guerrilla cogió y les dijo – “vean no se vayan a hacer matar, ustedes son los únicos guapos de esto, pero les perdonamos la vida, váyanse pa'la casa”- y claro, la guerrilla misma llegó y los dejó en la casa, a los otros que cogieron en la calle porque trataron de huir o de protegerse se los llevaron. Yo pienso que ese día fue la primera resistencia civil de Caldono, del pueblo, porque a los otros policías, incluyendo al comandante, los iban a fusilar a las 6:00 de la mañana en la carretera que va para las delicias, la gente ese día se los quitó, a los policías, no los dejaron matar.
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Bueno, las casas que estaban cerca del puesto, pues por las detonaciones si resultaron averiadas. Después de eso, de esa noche y de lo sucedido la mañana siguiente con la policía, uno dice – “no pues, ya creo que no volverán, ya hicieron mucho, ya el objetivo era tumbar el puesto, yo creo que ya no lo vuelven a atacar”- o sea uno mismo se daba ánimos, eso era lo que uno pensaba, pero no, no fue así, esa fue el inicio de tantas.
Gracias a Dios que yo recuerde no mataron a nadie, porque lo que yo le digo no hubo resistencia u oposición por parte de la fuerza armada, porque a ellos ya los habían cogido, entonces a los otros dos que aguantaron en el puesto, los dejaron porque eran dos contras ese poco de gente que venían. Lo que ayudó a que no hubieran muertos fue eso, que la fuerza militar no respondió al fuego.
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Ya cuando se fue la guerrilla, diga a las 9:00 de la mañana, bajamos al puesto y pues uno se atonta, toda esa gente viendo una institución destruida. Uno se ponía a pensar “bueno y ¿qué pasa? ¿por qué no llegó el ejército, el apoyo?” Entonces uno hacía comentarios ¿no? qué tal que esto siga sucediendo y vaya a ser así siempre, nosotros quedar acá desprotegidos.
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Cómo a las 3:00 de la tarde el ejército sí llegó y dijo que un barrio de Caldono era de la guerrilla, ¡imagínese! y a preguntarnos por qué no les habíamos avisado a ellos a tiempo, llegaban y pateaban las puertas y entraban. No sé uno qué puede pensar, decíamos: “después que nosotros les salvamos a sus hombres, porque igual les habíamos quitado los policías a la guerrilla, por qué reaccionar el ejército así” Tratamos mal al ejército esa vez, eso fue de parte y parte. Nos quedamos con esa incertidumbre, por qué después de lo que vivimos esa noche, lo que hacían era llegar y culparnos. Ya nadie, de ahí pa' allá, andaba tranquilo, nadie quería salir, ahí cambió todo lo que era la paz de Caldono.
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En la primera toma armada yo estaba en la piscina, hoy sigue siendo la piscina ahí mismo, un hueco que le llamábamos piscina. Estábamos haciéndole un cumpleaños a una amiga, Andrea Restrepo. Habíamos llevado un televisor, yo me acuerdo tanto, tan bobos un televisor y un equipo de sonido, no sabíamos si íbamos a ver televisión a bailar o a bañar. Estábamos cocinando y de la nada pasó uno de esos señores que le digo que llevaban unos costales de mimbre, y se paró en la reja del lugar y nos hacía una seña como de salir. Nosotros le dijimos –“no lo podemos dejar entrar”- pues porque no lo conocíamos y él, recuerdo tanto nos respondió: “no es para que me dejen entrar es para que se larguen”
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Entonces ahí si pues a correr, un compañero de ahí y yo tomamos el televisor para sacarlo, yo me acuerdo de que mientras íbamos a entregar el televisor y el equipo de sonido, a mí me dejaron solo. Cuando yo pasé para la parte de arriba, a mí me tocó pegar pa' barrio Bello porque a mi casa no alcanzaba a llegar. Ahí había una parte oscura, una alcantarilla, eso estaba lleno de guerrilleros, yo me acuerdo qué dijeron –“por culpa de ustedes es que no nos hemos metido todavía”- a mí la camisa me hacía bomba de ahí pa’rriba. Cómo a los tres minutos comenzó la plomacera.
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Yo alcancé a llegar a una casa, a la casa mía de Barrio Bello. Hasta el otro día duró esa toma, toda la noche hasta por ahí, diga usted, a las 6:00 de la mañana. Yo me asomaba por la ventana de la casa, por eso le puedo decir que los guerrilleros llevaban a los policías pa'rriba, en una esquina los iban a fusilar. Yo salí y me fui con la gente de ahí, - “cómo los van a matar, pues ya destruyeron el puesto ya déjenlos”- eso gritábamos. Nosotros no tuvimos tiempo de organizarnos, imagínese nosotros ahí madrugados, ellos iban subiendo en una camioneta que le habían quitado a un señor del pueblo, la camioneta era de un señor, Gerardo Paz, y pues imagínese, al chofer le dijeron: “nos lleva o nos lleva”.
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Cuando nosotros vimos que más atrás venían otros guerrilleros y traían policías, Los vecinos salimos a llamar, a hacer bulla, a gritar para que la gente de esas casas saliera. Yo me acuerdo que familias enteras salieron. No sé, uno en ese momento no piensa, no sé si fue Dios que a uno lo iluminó y le dio fuerzas para quitarle a esas personas, uno no piensa en la vida propia porque todo eso le cuesta incluso la vida a uno. Hay una renga de Caldono tan dura para la guerrilla, les decía uno –“ustedes son igual que los paramilitares”- y afortunadamente los paramilitares nunca llegaron a Caldono, y decía la renga: “Paramilitares y guerrilleros la misma mierda son” Diciéndoles y gritándoles eso iban bajando a los policías de las camionetas.
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Eso fue lo que pasó ese día, lo que vivió el pueblo de allí pa’lante fue muy duro, yo creo que lo sobrevivimos porque acá somos fuertes, somos una familia. Recuerdo que mis hijos me preguntaban – “¿qué fue lo que pasó? ¿y cuándo volverán esos señores tan feos?”- dígame usted uno cómo papá explicarle a un niño y a un hijo que la guerrilla se tomó un pueblo, que se tomó el pueblo de nosotros, Caldono, y que anoche, volaron plomo. Uno no encuentra palabras, pues para explicarles y ellos no entienden que es la violencia, yo creo que nunca uno se hizo entender y ellos creo que tampoco, pero el tiempo les mostró. ¡Ay Dios mío! uno no encuentra palabras pa' eso. Creo que todavía es difícil explicarle a un niño la violencia, pero, el problema sabe cuál era... el problema en ese tiempo era que la guerrilla y otros grupos llegaban a los pueblos y cogían a los niños y se los llevaban, ese era el mayor terror, que se metieran de pronto y se llevaran a sus hijos. Eso daba más miedo y donde uno uno cómo papá más sufría.










































